Hace unos días, enfrenté algo que no me pasaba hace mucho: un papá que dudaba de mi experiencia por mi edad... y hoy quiero contarte cómo lo manejé.
Si eres un terapeuta en el área de rehabilitación pediátrica, es probable que en algún momento te hayas enfrentado a la mirada de duda de un padre o tutor. Especialmente cuando eres joven o tienes pocos años de experiencia, es normal que las familias cuestionen tu capacidad.
Pero ¡tranquilo/a! Esto no define tu valor como profesional, y con el enfoque correcto, puedes ganarte su confianza y convertir esa situación en una experiencia positiva para ambas partes.
Aquí te comparto estrategias que me han funcionado a lo largo de más de 13 años de experiencia en el campo.
1. No te lo tomes personal 🙏
El primer paso para manejar estas situaciones es no asumir que la desconfianza de los padres es un ataque hacia ti. A menudo, tiene más que ver con su preocupación por el bienestar de su hijo. Recuerda que están buscando lo mejor para su pequeño y que su actitud no es una evaluación de tu valor como terapeuta.
2. Prepárate antes de la valoración 📚
La clave del éxito está en el conocimiento. Estudia a fondo los casos que vas a valorar, especialmente si tienen diagnósticos complejos como parálisis cerebral o condiciones específicas del neurodesarrollo. Si muestras un dominio completo del tema, tu seguridad se reflejará automáticamente. Además, recopila información previa de la familia mediante un formulario de historia clínica para conocer detalles importantes, como:
Semanas de gestación al nacer.
Diagnósticos previos (si existen).
Motivo principal de la consulta.
Referencia médica (si aplica).
3. Comunica con claridad y empatía 💬
La primera impresión cuenta. Inicia la consulta con una introducción breve y profesional:
Saluda a los padres y preséntate. Incluye tu nombre, título, experiencia relevante y rol en la clínica.
Demuestra que sabes quiénes son: menciona el nombre del niño/a, su edad, semanas de gestación y motivo de la consulta. Esto genera confianza inmediata porque les asegura que estás preparado/a.
4. Explica cada paso del proceso 🗺️
Muchos padres llegan a la consulta llenos de dudas sobre lo que va a pasar. Por eso, dedica un momento a explicar qué harás durante la valoración, desde las preguntas iniciales hasta las pruebas físicas que realizarás al bebé. Por ejemplo:
Les pedirás información sobre el embarazo y los hitos del desarrollo.
Explicarás que observarás cómo se mueve el bebé, cómo juega y cómo responde a ciertos estímulos.
Detallarás las escalas o herramientas que utilizarás y cómo esas pruebas te ayudarán a entender mejor la situación.
Al anticipar cada paso, disminuyes la ansiedad de los padres y les das confianza en tu proceso.
5. Organización y claridad: tus mejores aliados 📋
Tener un plan estructurado para tus valoraciones es esencial. Saber qué información necesitas, cómo la recopilarás y cómo compartirás tus hallazgos con los padres te dará tranquilidad y te permitirá proyectar profesionalismo.
6. Empodera a los padres con información 💡
Una de las cosas que más valoran las familias es recibir información clara y útil. Explícales qué significa cada resultado, cuáles son los próximos pasos y cómo pueden apoyar a su hijo en casa. Esto no solo les da tranquilidad, sino que también los hace sentir parte activa del proceso.
7. La experiencia se construye con el tiempo ⏳
No te castigues si al principio sientes inseguridad. Es normal cometer errores o tropezar en tus primeras valoraciones. Lo importante es aprender de cada experiencia, mejorar constantemente y confiar en que tu conocimiento y habilidades crecerán con el tiempo.
Recuerda, la confianza no solo se gana con palabras, sino con acciones bien fundamentadas. Si demuestras organización, preparación y empatía, los padres saldrán de la consulta sintiéndose tranquilos, informados y seguros de que sus pequeños están en buenas manos.
¿Qué estrategias te han ayudado a ti en situaciones similares? ¡Compártelas en los comentarios! 😊
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